9. La interpretación

En la novena clase del curso de canto hablaremos de la interpretación y de cómo podemos transmitir con la voz diferentes emociones como la tristeza por un desamor o la alegría de un tema festivo.

Y es que, al fin y al cabo, la música es emoción y la voz su punta de lanza. A través de los matices de la voz podemos conseguir que nuestra audiencia empatice con nuestro estado anímico y experimenten las mismas sensaciones que las del protagonista de las canciones.

La interpretación es una característica indefinible porque comprende multitud de rasgos característicos, pero al menos podemos establecer las bases. En primer lugar, nuestro cuerpo puede ser el mejor aliado a la hora de conseguir este efecto de la interpretación. Un rictus triste nos puede ayudar a ejecutar un timbre oscuro y lánguido, mientras que una expresión física de poder apretando un puño, nos puede ayudar a contraer el diafragma para llegar a notas más altas y demostrar que nuestra canción es épica.

Pensad en vuestros cantantes favoritos y en cómo estos se relacionan con su cuerpo a la hora de defender un espectáculo. Fredy Mercury, por ejemplo, era el claro ejemplo de personaje empoderado capaz de levantar un estadio con sus himnos. Su expresión era de confianza, con el mentón hacia arriba y movimientos muy expresivos.

En cambio, si pensamos en las canciones más intimistas de Adele, nos vendrá a la mente esa persona tristona con expresiones casi abatidas. Esto no quiere decir que cante pero, todo lo contrario, gracias a esa expresión, cada nota, cada vibrato, cada gramo de aire, consigue que entre en nuestro interior como puñales.

Así que, como hemos hablado en clase, escoged vuestro repertorio que cumpla un cierto equilibrio emocional y practicad la expresión corporal y facial reparando en los matices que se generan en cada caso particular ¡Nos escuchamos en la siguiente!