Cuando se ameriza en Internet se suele hacer en modo navegante. Se llega, se navega, se descubre, se busca, aparecen cosas que te gustan más, y otras que te gustan menos… y llega un día en el que te empiezas a plantear cosas porque quieres convertirte en creador de contenidos.
Así que, para empezar, necesitamos crear nuestro yo digital y, mi recomendación basada en prueba y error es que hagas eso que hará que en unos años no te arrepientas de lo que hiciste, que es registrar tu propio dominio y crearte una marca digital.
Lo más habitual es buscar si tu nombre está disponible o si tienes un apodo y lo quieres usar, pues aprovecharte de ello. En cualquier caso, intentar encontrar ese nombre de dominio principal que vayas a usar, y posteriormente el nombre, a ser posible, que esté disponible en las redes sociales más importantes. Sí, esto parece ya Misión Imposible, pero ¡por algún lugar hay que empezar!
De todo esto, una cosa es muy importante y es la base de todo: tu dominio, va a ser tuyo, pero los nombres de usuario en las distintas plataformas no son tuyos, son propiedad de esa plataforma. Esas plataformas pueden cerrarte una cuenta, pueden cerrar directamente ellas, pero tu dominio, con su web, su correo, su lo que quieras asociarle, siempre van a ser tuyos. Bueno, siempre, mientras pagues la renovación anual del dominio.
Así que vamos a centrarnos en este paso. Registrar un dominio es muy sencillo y es algo que siempre se ha de hacer en un registrador oficial. El dominio no tiene porqué estar en el mismo sitio donde está la web o el correo. Ha de estar en un sitio donde tengas acceso, y desde el que se pueda controlar todo. Si has de guardar bien un usuario y contraseña, es el del sitio donde esté el dominio. ¿Ha quedado claro que el dominio es lo más importante? Pues eso, es, lo más importante.
Aunque se pueden registrar dominios con “letras raras”, vamos, con una eñe, con una a con tilde, o con una ce cedilla, lo mejor es registrar un dominio “plano”, o sea, uno de la A a la Z, intentando evitar guiones o números. Que si los tiene no pasa nada, pero a veces se hace más confuso si se lo dices a alguien de viva voz. En cualquier caso, lo importante es que te sientas a gusto con tu dominio.
Y, sobre todo, sobre todo, sobre todo, tu dominio ha de estar a tu nombre. Nada de eso de que alguien lo registra por ti y lo hace en su nombre. Eso es como si vas a sacarte el DNI y cuando te lo hace la policía se lo queda otra persona. No, el DNI es tuyo, y tu dominio, también.
El siguiente paso, como ya vimos en la propia creación del Internet que conocemos hoy en día, es que un dominio ha de ir asociado de unas DNS, de ese sistema que permite que tu dominio apunte a una IP. Normalmente todos los registradores oficiales te permiten usar sus propias DNS. Para empezar, está bien y si no vas a montar un proyecto mega internacional, será más que suficiente. Así que, pondremos las IP del proveedor y, ¡ya está! ¡Felicidades! ¡Ya tienes tu parcela en Internet!
Por si no te habías dado cuenta, Internet está hecha de mil pequeñas partes: el dominio, las DNS, la web, el correo, el nosequé, y la nosecuántos. Cada una de estas cosas puede estar en una punta del planeta: la web en España, el correo en Alemania, la mensajería en Estados Unidos y las DNS repartidas por todo el planeta Tierra.
Esto es muy importante porque, cuando decidas montar tus distintos servicios has de tener presente que no tienes porqué tenerlo todo con un mismo proveedor. Si uno te da un buen servicio de correo, lo puedes utilizar. Si otro te da un buen servicio web, lo puedes utilizar. Es uno de los secretos peor guardados de Internet: Internet es distribuida.
Es por esto por lo que tenemos las DNS, para poder decirle que la IP de la web está en tal lugar, y la IP del correo está en tal otro, y la IP del sistema de boletines está más allá.
Recapitulemos. Tenemos nuestro dominio, registrado en un registrador oficial, y tenemos nuestras DNS, que en un primero momento pueden no apuntar a ningún sitio, pero eso poco a poco irá cambiando.
¡Pensabas que me había hablado de habla de seguridad, eh! Aunque las DNS llevan una S, esa S es de “servidor” y no de “seguridad”. Y para que no parezcamos una serpiente con tanta S, el sistema para hacer seguro todo este sistema es el llamado DNSSEC.
Con este sistema, mientras usemos ese proveedor de DNS, podremos indicar una serie de códigos de seguridad que van a indicar al registrador de dominio que esas son tus DNS y que no son otras. Sí, las puedes modificar, cambiar las IP, lo que haga falta, pero mientras sigas ahí, todo Internet lo sabrá, porque has firmado tus DNS y nadie podrá suplantarlas con un ataque de spoofing, o sea, no dejarte envenenar.
En Internet puede ser que la bruja te ofrezca la manzana, pero tú ya te habías tomado la poción mágica para que no te afecte.
Ahora hemos de encontrar tu proveedor de correo y de hosting para tu sitio web.
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