8. Yo Digital: Web

¿Te has leído los términos y condiciones de… bueno, de algo, alguna vez? No te voy a dejar ni pensarlo: no, no te has leído nada.

Pero como otra gente lo hace por ti, hoy vengo a decirte algo: los contenidos que publicas por ahí, sí, esos que publicas en YouTube, en TikTok, en Instagram… no son tuyos. ¡Lo que oyes! En el momento en el que los dejas colgados por ahí, has perdido el poder sobre ellos.

Por eso es importante que tú tengas el control de la información, de lo que publicas, de tus contenidos, de la información. Es por eso por lo que has de tener tu propio sitio web.

Puedes llamarlo como quieras, un blog, una web, una landing page, pero ten un algo donde alojar y controlar tus contenidos, la información que publicas.

A lo largo de los años desde que Internet existe han entrado y salido muchos proyectos, muchas redes sociales, muchas tecnologías. Algunas no triunfan y luego renacen. Lo que no cambia es tu web, un sitio donde tú tienes las cosas que quieres, donde publicas o dejas de publicar información, y donde el día que te cansas, lo eliminas o actualizas.

Y lo mejor de todo es que tener un sitio web es relativamente barato, porque existen plataformas gratuitas, libres y que muchas personas en modo de Comunidad, mantienen. Un ejemplo claro de esto es WordPress. Si visitas WordPress.ORG puedes descargarte WordPress gratis. Te bajas ese fichero ZIP y lo puedes instalar en cualquier hosting. Incluso, si tu hosting es un poco listo, te darán la opción de instalarlo por ti, así que ni siquiera tendrás que preocuparte de eso.

Cuando alguien piensa en crear un sitio web suele comenzar por el final, por el diseño, por lo visual… pero no te equivoques, eso, ¡da igual! El primer día que lances tu sitio web no te va a visitar nadie. Probablemente tampoco lo hagan el segundo día, ni el tercero. Así que has de centrarte en lo importante: los contenidos.

Cuando vas a crear tu sitio web, tu blog, tu lo que quieras, lo importante es que te planifiques en dos objetivos. El primero de ellos es la organización de tu sitio. Por un lado, deberás tener una parte más estática, una sección explicando quién eres, quién hay detrás de ese proyecto. No hace falta que digas dónde vives, simplemente una página en la que quien visite la página pueda ver que hay un ser humano detrás, alguien de carne y hueso, alguien como tú y como yo, con quien se puede interactuar y con quien puedes compartir inquietudes, experiencias. A esto puedes añadirle una zona de contacto, por si alguien quiere escribirte o pedirte algo. Incluso, quizá tengas que poner una parte de temas legales, que dependerá mucho de cada país, pero en general los sitios y todo debe estar mínimamente identificado.

La otra parte para tener en cuenta es lo que podemos llamar un calendario editorial. Si tienes un sitio en Internet lo más probable es que tengas que planificarte lo que vas a publicar. Seguro que al principio entras con mucha fuerza y te planteas publicar una o dos veces al día… al cabo de unas semanas será unas pocas veces a la semana, y al cabo de unos meses ya no sabrás que publicar. Sí, es muy emocionante al principio, y acabará siendo un sitio holístico.

En cualquier caso, ahí estarás, delante de tu WordPress recién instalado. Configurando cuatro cosas básicas, viendo cómo poner la página de inicio que quieres… y cuando lo consigas comenzarás a añadir plugins y plugins. Que si el de seguridad, que si el de compartir en redes sociales, que si el de SEO, que si subo una foto gigante, que si empieza a ir lento.

¡No, te, flipes! Keep It Simple; déjalo lo más simple posible. Haz foco en las cosas que controlas. Acostúmbrate a escribir, a publicar, a subir fotos, incluso a plantear tu podcast o tu videoblog. Cuando ya tengas bastantes contenidos, sepas lo que te gusta y lo que no, serás capaz de ordenar bien la web y reorganizar y poner todo en orden de forma fácil.

Aunque hayas escuchado por ahí que Internet está llena de trols, ya en los primeros años de la red se crearon una serie de reglas no escritas, y seguramente ese es el problema, que no hayan quedado escritas, de netiqueta. Básicamente Internet funciona mediante un sistema de honor en el que si lo haces mal ni siquiera te mereces una reprimenda. Al menos así es lo que se pensó en los principios.

Podemos resumir esas reglas de uso de Internet y de la web en 10 reglas:

Nunca olvides que la persona que lee el mensaje es otro ser humano con sentimientos que pueden ser lastimados.

Adhiérete a los mismos estándares de comportamiento en línea que sigues en la vida real. Al final, si eres imbécil en la vida real, lo más probable es que sea imbécil en la red.

Escribir todo en mayúsculas se considera como gritar y, además, dificulta la lectura.

Respeta el tiempo y el ancho de banda de otras personas.

Muestra el lado bueno de ti mismo mientras te mantengas en línea.

Comparte tus conocimientos con la comunidad.

Ayuda a mantener los debates en un ambiente sano y educativo.

Respeta la privacidad de terceras personas.

No abuses de tu poder o de las ventajas que puedas tener.

Excusa los errores de otros. Comprende los errores de los demás igual que esperas que los demás comprendan los tuyos.

Sí, no nos engañemos… los que estábamos en Internet en los 90 pensábamos que la gente tenía dos dedos de frente y un poco de sentido común.

Y después de este inciso, una vez más, un poco de seguridad sobre la web, aunque en esta seré breve, porque ya lo expliqué cuando comenté la evolución de la web. Si vas a tener tu propio sitio web o vas a navegar por Internet, recuerda hacerlo siempre por páginas web que usan HTTPS, es decir, navega por sitios que se preocupan por tu seguridad y privacidad. Así que no olvides, desde un inicio, utilizar un certificado y cifrar las conexiones entre tus visitantes y tu web.